(crédito foto)
Aunque esté lleno de chetos (?) no voy muy seguido, Adrogué me resulta un lugar bellísismo porque reúne algunas de las mejores características de los barrios que más me gustan: sus casonas de estilo victoriano invocan al barrio inglés de Hurlingham; las veredas copadas por arboledas añosas son parecidas a las del centro de San Fernando, y el empedrado de las calles nos hace acordar que no estamos tan lejos de Banfield.
Es todo tan lindo en Adrogué que por suerte (?) se avivaron de construir al Lorenzo Arandilla en un borde. Menos mal (?).
Sin embargo, todos aquellos que por algún motivo tuvimos o tenemos que ir cada tanto por ahí, solemos encontrarnos con un problema que la mayoría de las veces tardamos mucho tiempo en resolver: la desorientación que nos produce tener que rodear las plazas circulares (o casi circulares) que tenemos allí.
Indefectiblemente, toda vez que un forastero se encuentre con alguna de las rotondas que tiene Adrogué, se perderá. Y no hay GPS que valga. De hecho, recurrir a esa herramienta sólo empeorará la situación.
¿Por qué sucede esto? Porque las tres líneas directrices que cualquier vistante utiliza para ubicarse en Adrogué son diagonales: la avenida Hipólito Yrigoyen, las vías del ferrocarril Roca y (sobre todo) la avenida Tomás Espora. Tremendo, no?
Al revés que en La Plata, donde el extranjero toma como referencias las avenidas comunes y se desorienta al toparse con una diagonal, en Adrogué las diagonales son una especie de burundanga (?) urbana.
Por eso, la recomendación de esta humilde bitácora es que una vez que llegamos a la localidad cabecera de Almirante Brown, ya sea en auto o en tren, nos olvidemos del camino que nos llevó hasta allí (sobre todo si fuiste por Espora) y utilicemos como guía las avenidas Amenedo y San Martín, que nacen en la vía, muy cerca de la estación, y son rectas. Como Dios manda (?).
Comentarios
No te vayas nunca Conu....Te queremos!!!!!
betta
Gracias Colectivo, vamos a tratar de estar a la altura.