La antropóloga María Cristina Cravino es la persona que más sabe sobre barrios, villas y asentamientos del Gran Buenos Aires. Desde hace algunos años viene realizando una infinidad de relevamientos y trabajos en los territorios, que la han llevado a concluir que en el conurbano hay unos 830 barrios con diferentes problemas de hábitat e infraestructura, a los que por lo general se denomina "villas o asentamientos".
Desde la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia en mayo de 2003, todos estos barrios fueron el principal destino de las políticas públicas de infraestructura y vivienda en el Gran Buenos Aires, y es notorio el mejoramiento en la calidad de vida de aquellas personas que habitan estas villas o asentamientos que, en muchos casos y por diferentes motivos, no se van a poder erradicar nunca (básicamente por la propia oposición de sus habitantes a irse del lugar en el que vivieron toda su vida).
Como no se puede "sacar" las villas, lo que se ha hecho es urbanizar todos estos espacios: se han abierto miles de calles, se ha garantizado la llegada del agua potable y se mejoraron los tendidos de las redes eléctricas y de gas, además de construir viviendas dignas a través del método de "esponjamiento", en los lugares en donde antes había ranchos.
Por supuesto que todavía falta hacer un montón, pero aún si algún día se llegara a urbanizar hasta el último asentamiento del conurbano, hay algo que no se va a poder modificar jamás: el estigma y el prejuicio que existe a partir de esta realidad, en otras poblaciones de la Provincia de Buenos Aires.
Concretamente, para muchos habitantes del resto de la Provincia, el conurbano es sinónimo de violencia, delito y, sobre todo, villas de emergencia.
Basta con mantener un diálogo con cualquier habitante de una ciudad del interior de la Provincia para saber qué se piensa en estos lugares del conurbano. Palabras, palabras menos, el conurbanos es un lugar lleno de villas, habitadas por vagos y delincuentes que votan al peronismo.
Un comerciante de Mar del Plata, un chacarero de Saladillo, o un abogado de Bahía Blanca piensan más o menos eso. Son décadas de acumulación de prejuicios, transmitidos de generación en generación y acicateados en los últimos años por los medios de comunicación, nacionales y locales, estos últimos a veces igual o más dañinos que los de la Capital Federal.
Como pasa con muchos "vecinos" de la Ciudad-Puerto, es muy probable que ni el comerciante de Mar del Plata, ni el chacarero de Saladillo, ni el abogado de Bahía Blanca hayan caminado alguna vez en su vida las veredas de una localidad del Gran Buenos Aires. Pero igual piensan eso, porque en algún lugar lo vio o lo leyó.
Por eso, en más de una ocasión, determinados sectores políticos de las ciudades que están en el interior de la Provincia han agitado el fantasma de que tal o cual dirigente político "va a traer las villas" o que directamente "va a traer a los de La Cava y Fuerte Apache". Incluso se recurre también a la Villa 31 para agitar el miedo, por ser un emblema que sale en todos los medios nacionales.
El único antecedente comprobable respecto de una situación de estas características que se haya concretado realmente ocurrió durante los noventa, cuando algunas decenas de familias de Florencio Varela y Almirante Brown se "mudaron" a Pinamar por un acuerdo llevado a cabo (y reconocido) entre el Intendente Blas Altieri y su aliado político de aquel entonces, el gobernador Eduardo Duhalde ¿El pretexto? La supuesta falta de recursos humanos para atender a la demanda del boom de la construcción que hubo en esta ciudada balnearia por aquellos años.
Nunca más, después de eso, se pudo comprobar que el rumor de "van a traer a los de la villa" se concretara en la realidad. Sin embargo parece ser un recurso que todavía funciona, si de meter miedo y desacreditar al adversario se trata.
En las elecciones de hace quince días Carlos Selva, Intendente de Mercedes recientemente reelecto, se encargó de montar una campaña sucia durante las dos semanas previas a la votación, consistente en empapelar la ciudad con volantes y afiches que afirmaban que Juan Ustarroz, candidato del Frente Mercedino, tenía un acuerdo con el Gobierno Nacional para propiciar el traslado a Mercedes de los habitantes de la Villa 31 de Retiro.
La instalación de ese rumor, con la ayuda de los ya mencionados medios locales (algunos, no todos) le sirvieron a Selva para distraer un poco a la opinión pública, mientras él se dedicaba a sellar un acuerdo con el duhaldismo, que llamó a cortar boleta y votar a Selva para la intendencia, junto a Duhalde para la presidencial y los diputados del duhaldismo para el Congreso.
Un disparate a todas luces, sí, pero suficiente como para infundir el terror en la población que no tiene por qué saber que no es tan sencillo erradicar una Villa como la 31, y mudar a sus habitantes a 100 kilómetros de la Capital Federal, como si se tratara animales. Algo que ya dijimos, salvo el caso citado de Pinamar, nunca se pudo comprobar en ningún lugar de la Provincia, como plan premeditado de ningún Intendente.
Desde la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia en mayo de 2003, todos estos barrios fueron el principal destino de las políticas públicas de infraestructura y vivienda en el Gran Buenos Aires, y es notorio el mejoramiento en la calidad de vida de aquellas personas que habitan estas villas o asentamientos que, en muchos casos y por diferentes motivos, no se van a poder erradicar nunca (básicamente por la propia oposición de sus habitantes a irse del lugar en el que vivieron toda su vida).
Como no se puede "sacar" las villas, lo que se ha hecho es urbanizar todos estos espacios: se han abierto miles de calles, se ha garantizado la llegada del agua potable y se mejoraron los tendidos de las redes eléctricas y de gas, además de construir viviendas dignas a través del método de "esponjamiento", en los lugares en donde antes había ranchos.
Por supuesto que todavía falta hacer un montón, pero aún si algún día se llegara a urbanizar hasta el último asentamiento del conurbano, hay algo que no se va a poder modificar jamás: el estigma y el prejuicio que existe a partir de esta realidad, en otras poblaciones de la Provincia de Buenos Aires.
Concretamente, para muchos habitantes del resto de la Provincia, el conurbano es sinónimo de violencia, delito y, sobre todo, villas de emergencia.
Basta con mantener un diálogo con cualquier habitante de una ciudad del interior de la Provincia para saber qué se piensa en estos lugares del conurbano. Palabras, palabras menos, el conurbanos es un lugar lleno de villas, habitadas por vagos y delincuentes que votan al peronismo.
Un comerciante de Mar del Plata, un chacarero de Saladillo, o un abogado de Bahía Blanca piensan más o menos eso. Son décadas de acumulación de prejuicios, transmitidos de generación en generación y acicateados en los últimos años por los medios de comunicación, nacionales y locales, estos últimos a veces igual o más dañinos que los de la Capital Federal.
Como pasa con muchos "vecinos" de la Ciudad-Puerto, es muy probable que ni el comerciante de Mar del Plata, ni el chacarero de Saladillo, ni el abogado de Bahía Blanca hayan caminado alguna vez en su vida las veredas de una localidad del Gran Buenos Aires. Pero igual piensan eso, porque en algún lugar lo vio o lo leyó.
Por eso, en más de una ocasión, determinados sectores políticos de las ciudades que están en el interior de la Provincia han agitado el fantasma de que tal o cual dirigente político "va a traer las villas" o que directamente "va a traer a los de La Cava y Fuerte Apache". Incluso se recurre también a la Villa 31 para agitar el miedo, por ser un emblema que sale en todos los medios nacionales.
El único antecedente comprobable respecto de una situación de estas características que se haya concretado realmente ocurrió durante los noventa, cuando algunas decenas de familias de Florencio Varela y Almirante Brown se "mudaron" a Pinamar por un acuerdo llevado a cabo (y reconocido) entre el Intendente Blas Altieri y su aliado político de aquel entonces, el gobernador Eduardo Duhalde ¿El pretexto? La supuesta falta de recursos humanos para atender a la demanda del boom de la construcción que hubo en esta ciudada balnearia por aquellos años.
Nunca más, después de eso, se pudo comprobar que el rumor de "van a traer a los de la villa" se concretara en la realidad. Sin embargo parece ser un recurso que todavía funciona, si de meter miedo y desacreditar al adversario se trata.
En las elecciones de hace quince días Carlos Selva, Intendente de Mercedes recientemente reelecto, se encargó de montar una campaña sucia durante las dos semanas previas a la votación, consistente en empapelar la ciudad con volantes y afiches que afirmaban que Juan Ustarroz, candidato del Frente Mercedino, tenía un acuerdo con el Gobierno Nacional para propiciar el traslado a Mercedes de los habitantes de la Villa 31 de Retiro.
La instalación de ese rumor, con la ayuda de los ya mencionados medios locales (algunos, no todos) le sirvieron a Selva para distraer un poco a la opinión pública, mientras él se dedicaba a sellar un acuerdo con el duhaldismo, que llamó a cortar boleta y votar a Selva para la intendencia, junto a Duhalde para la presidencial y los diputados del duhaldismo para el Congreso.
Un disparate a todas luces, sí, pero suficiente como para infundir el terror en la población que no tiene por qué saber que no es tan sencillo erradicar una Villa como la 31, y mudar a sus habitantes a 100 kilómetros de la Capital Federal, como si se tratara animales. Algo que ya dijimos, salvo el caso citado de Pinamar, nunca se pudo comprobar en ningún lugar de la Provincia, como plan premeditado de ningún Intendente.
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Comentarios
Con Mardel, que es conurbano bis, creo que te equivocás. El discurso del "comerciante marplatense" no es un prejuicio anticonurbano (porque sabe que vive en el segundo distrito de la provincia, y que los problemas de la ciudad son los del tercer cordón).
Es, en todo caso, el mismo prejuicio del conurbanero que no vive ni en villa ni asentamiento (aún cuando su barrio lo haya sido hasta la ley Pierri).
Guarda con poner el prejuicio siempre afuera, en "el interior" o en "la capital", la idea de que a las villas las traen los políticos tiene copirait conurbanero también. Y es muuuuuuy vieja.
Problemas de pensar la identidad de manera exlusivamente territorial ¿vio?
El 90% de los que viven ahí son extranjeros y sus hijos, al resto hay que llevarlos a sus provincias.
Así de fácil, por un lado terminamos con los prejuicios (al desaparecer esa gente) y de paso mejoramos las estadísticas socioeconómicas y sanitarias de Capita.
O puede ser que lo tuyo no sea un dechado de lugares comunes, sino una fina ironía. Lo que pasa es que yo ya no veo bien, y es tan finita que se me hace invisible. En ese caso, mil disculpas.
Marcelo, el gaucho
El tema de la villa 31 es imposible de sacarlos a pesar del lobby inmobiliario. Hay muchisima gente que vive ahi que tuvo el titulo de propiedad por haber hecho el juicio de usucapion (lo que se dice vulgarmente posesion veinteaneal) y la suma que tendrian que pagarle por la expropiacion seria imposible de pagarse y mas por el cartonero baez de Macri.Ademas a pesar de los prejuicios las señoras bien de Recoleta y Barrio Norte las quieren cerca de su casa para que laburen =)
En mi bella ciudad de Haedo intentaron traernos a esos negros de la villa 31 hace unos años pero por suerte los buenos (y siempre atentos a estas cosas) vecinos de Haedo fueron alertados, de esta nefasta maniobra ideada el rojo del intendente junto con tirano de Kirshner, por el comprometido ciudadano Martín Culato de la republicana Coalición Cívica
Muy buen post, lo voy a recomendar.
1) La cava está mucho mejor. Pasé hace poco. Hay casas de cemento. Hay más calles. Muchos negocios (sobre todo sobre rolón). Pero no deja de ser un barrio muy carenciado. Además está ahora ampliándose mucho la villa de la calle Uruguay (en el límite entre San Isidro y San Fernando) Y como siempre, en ese partido (¿cínico?) sigue habiendo complejos habitacionales "top" o super casas en medio de predios en donde hay casillas de chapa (medianera mediante).
2) Me pongo en el lugar de la gente que ha nacido en las villas, o que por diferentes circunstancias de la vida ha ido a parar allí y realmente ante este post y ante algunos comentarios me pregunto si estamos considerando a las personas que viven en una villa menos personas porque tienen menos recursos, o si definitivamente estamos hablando de alguna raza de mamíferos diferentes a los seres humanos. Somos todos iguales che, dejemonos de ridiculeces.
hace poco hablando con otra persona del interior bonaerense, con los prejuicios q l meten los medios de su pueblo, sobre el conurbano le explique un poco como es quilmes, y al decirle q tiene una peatonal, se quedo sorprendido, creyendo q quilmes es lo q ve de la autopista la plata bsas y solamente eso. estos provincianos no son malos, pero reciben informacion de sus medios locales q dejan bastante q desear y recuerdo al radical sans lo q dijo de la auh