Por Aníbal Ces
Me encantaría poder escribir algo agradable de mi querida zona sur, pero no, no es el caso.
Bien podría obviar el comentario, pero esto redundaría en una acidéz estomacal demasiado molesta, que se agrava en temporadas caóticas.
Hace un mes, llegando a las tres de la mañana me comenzó a acosar un dolor conocido. Quien haya sufrido de algún cólico renal, dudo que se haya olvidado de esa sensación en toda su existencia. Este era mi caso.
No quería ir al hospital inmediatamente, porque me ha pasado de ir y que el cólico aflojase, y tener que volverme cual neurótico empedernido.
A eso de las cinco, y con la presencia fehacientemente comprobada del mal, me decidí a ir hacia el hospital. Desperté a mi esposa, y pedimos remis con dirección al Hospital Vecinal.
Ni bien llegamos a la guardia, me sorprendió el estado de los únicos dos pacientes que había adelante mío: una chica de unos 24 años se tomaba el estómago, y se retorcía al ritmo de quejidos constantes sobre un banco de madera. En el otro extremo del banco, un flaquito vestido totalmente de negro hacía lo mismo, y frente a ellos una pareja de señores sesentones que con cara de angustia miraban a cada persona que pasaba por el lugar. Les pregunto: -¿Hay alguien en la guardia?". -No -me contestan-.
Ante tan lacónico comentario, reitero: -Digo... ¿Están atendiendo a alguien?.
Me contestan: -No... no están atendiendo a nadie, ni hay nadie en la guardia.
Para qué comentarles que, con más de tres horas de aguante del cólico, mi reserva de paciencia era más bien acotada.
Me acerqué a una enfermera que estaba haciendo algún tipo de función de control, y le comento la situación, el hecho de que no había médicos en la guardia. La señora me dice: -Mire, si no hacen lío, no los va a atender nadie... Esto funciona así.
Salí a un patio interno vecino de la guardia, por donde se veía rondar al personal de seguridad, y les pregunto por la ausencia de médicos en la guardia. Me dicen que espere. Les comento mi estado, y el de los otros pacientes, y me reiteran: "espere".
A la veintena de recorridos de ida y vuelta por la guardia, estallé y salí a vérmelas con los de seguridad, diciéndoles que como podía ser que nadie atendiese en la guardia, que la gente estaba mal, y nadie les daba bolilla.
Me contestaros que vaya a ver al Director. Pregunté adónde era la oficina del mencionado señor. Ya era entrada la mañana, llegué a la oficina del director, transpirando por el dolor y con una temperatura ambiente de 1 o 2 grados. Allí me dijeron que no me hiciera problemas, que el médico ya estaba en camino.
Le grité al empleado del director, que cómo podía ser, que la gente estaba mal... en fin. Volví a la guardia y al pasar pateo una de las puertas, al oír el ruido de la puerta se abre la bendita guardia, y vi salir una señora de inconfundible uniforme sanitario que preguntó: -!¿Qué pasa señor?!.
-Pasa que hace dos horas que estamos acá, y no aparece nadie.
-Bueno... espere que ya lo van a atender...- me respondió.
Fuera de mí, le contesté: -¡Pero que me van a atender, manga de payasos! Deme una receta por una buscapina compuesta y me voy.
Increiblemente, la señora me respondió: -Bueno, ¿Intramuscular o endovenosa?".
Salí del hospital doblado del dolor y bañado en transpiración, hago mediacuadra hasta la farmacia y cuando entro leo en un cartel maravilloso: "Farmacia atendida por un profesional farmaceutico". Bárbaro, me digo. -Señor, estoy con un cólico renal, necesito que me aplique una dosis de buscapina compuesta.
El "profesional farmaceutico" me dice: "No señor, aquí no aplicamos inyecciones". En este punto no daba para más reservas educativas que valiesen, así que le espeté en la cara: -¿Y para qué mierda me sirve que haya un farmacéutico si no sabe dar inyecciones?
Conseguida una enfermera barrial que me aplicase el calmante, me acosté nuevamente. El dolor, si bien calmó un poco en intensidad, no se fue, y poco a poco sentía que se extendía nuevamente.
Tomé el abrigo, llamé otra vez un remis, y me dirigí ahora, hacia el hospital Evita.
Llego a la guardia y puertas afuera éramos cuatro personas, serían las doce del mediodía. A la una, y con el dolor a pleno nuevamente, monté en cólera, golpeé la puerta de la guardia y el seguridad me dice: "Tiene que esperar señor". Le digo que estoy con un cólico, que hace una hora que estoy esperando, etc., etc. El tipo se me acerca al oído y me dice: -Macho, es al pedo: adentro hay como treinta personas, y no están atendiendo a nadie.
Le digo que no me importa, que a mí me tienen que atender, y se hace a un lado, y le da paso a un médico que se me acerca y me pregunta: -¿Qué le pasa señor?.
Le comento mi estado, y me hace una orden para sacarme un análisis de orina, me da un tarrito plástico, y me manda a un baño a pillar dentro del recipiente. Mientras tanto, miro a mi alrrededor, y efectivamente entre camillas y sillas (sí, en simples sillas), había más de treinta personas. Me resigno y me siento en la silla que me correspondía. A los 10 minutos, llegó un grupo de gente y que entró de golpe y dejó a una señora sobre una camilla gimiendo. A los gritos, pedían por un médico, y decían que tenía un infarto. Con la respiración que parecía un animal encabritado, la pobre mujer se retorcía en la camilla. En veinte minutos de permanencia en esta guardia, no vi aparecer un solo médico. Miré el tarrito lleno de orina, me levanté, y tiré la orden y el recipiente en la basura.
Salí de la guardia, y mi mujer me preguntó: -¿Te atendieron?
-No... que me van a atender, hay como treinta personas y nadie les da bolilla.
Nos fuimos al Melo.
Llegué al Melo a las tres de la tarde, atontado por el dolor, me metieron en la guardia, me inyectaron calmantes, colocaron suero, y me internaron dos días.
Mi pregunta, entonces, es: ¿Es necesario ser tan indolente? ¿Cómo pueden hacer médicos, enfermeros y directivos de estos hospitales para cagarse en la gente día tras día? Y mi conclusión es la siguiente: Nadie se sorprenda, si uno de estos días alguien le mete una bala en la cabeza a uno de estos tipos. Por omisión o por responsabilidad directa... No se sorprenda nadie eh.
(Nobleza obliga, debo decir que los dos días que estuve internado en el Melo me atendieron maravillosamente bien. Para su personal mil gracias).
Aníbal Ces
DNI 10.672.425
DNI 10.672.425
Comentarios
pero tenía que comentar aunque más no sea para condolerme en este tu caso también.
Saludos y abrazo al alma
AnonimA
hermetica, hospitalias realidades.
http://www.youtube.com/watch?v=kupN2i2mOlU
saludos
ariel
de hospital,
el pueblo soporta la espera
buscando sanar.
El desgano evidente
del profesional,
motiva el trato prepotente
de todo auxiliar.
Medicina, tu verdad dejame ver.
Dejame ver tu verdad.
Toda joven que asista
brinda ocasión,
de ordenarle se desvista
pa'la observación.
Experimentan sus drogas
buscando error,
total el pobre no es noticia
vivo, enfermo o muerto.
Dejame ver tu verdad...UN abraso cumpa de parte de un carpintero misionero
A pesar de esto, debo reconocer, que no todos actúan así.
Espero que te mejores!!!!
Una lástima no tener respuesta para estas cosas tan elementales
saludos, y felicitaciones a Aníbal por su crónica.
No sé cuáles son las verdaderas razones que provocan una atención tan deficiente. Pero estoy seguro de que si algo así pasara en Capital, estaríamos asociándolo a Macri y la premeditada desfinanciación de la salud pública, etc.(y no a los que destruyen al Estado desde adentro).
Juan
A un pibe del laburo le dieron 5 puñaladas en Moron con un destornillador y se tuvo que ir hasta el clinicas para que lo atiendan...no habian gasas!
como en la vieja cancion de Moris ¿estan ciegos son idiotas o que es lo que pasa aqui???