Crónica de un Lanzamiento de Campaña

Salí temprano. Le había prometido a Leo, un amigo platense, que antes de ir para el Teatro lo visitaba para tomar unos amargos y comer esas tortafritas que hacen en la panadería de al lado de su casa, muy cerca de la Plaza Belgrano.

Antes de todo eso, en casa, tuve que echar mano a la bolsa con ropa invernal, que esta vez había dormido la siesta estival un poco más de la cuenta. Me enrollé la bufanda al cuello y salí.
Un rato después, en la ciudad que Dardo Rocha soñó, fuimos con Leo para el Teatro, a encontrarnos con otros compañeros. El Teatro: lindo, hermoso. Una joyita. La gente: acorde al lugar, un poco desperonizada para mi gusto, pero solo hasta que irrumpieron en las gradas uno jóvenes morochazos, el arquetipo de "muchachos peronistas", que entraron cantando consignas (clásicas del peronismo y que no voy a venir a contar acá) a grito pelado, con los pelos revueltos, tirando volantes y revoleando los abrigos, que a esa hora, estaban absolutamente demás. Contagiaron a todos los que estaban en la sala.

A los pocos minutos (es que estas cosas ahora se hacen con precisión televisiva), la locutora hizo entrar a los primeros cinco nombres de la lista, anunciándolos uno por uno. También fue convocado Balestra a esa mesa de los cinco, que ahora serían seis. Los otros candidatos ya estaban en el escenario, sentaditos y saludando a los que desde la platea les gritaban o mostraban una bandera. Algunos también coreaban los cánticos que bajaban desde los pisos superiores.
Bien Nacha (muy bien Nacha). Bien el Flaco, que baja cambios y regula el discurso como si fuese un decidor. Y al que habló primero, lo dejo para el final: Excelente Daniel. Yo se que los que no lo vieron ni escucharon van a decir que exagero, pero anoche, al final, comentaba con unos compañeros que el discurso de Scioli debería editarse en video y estar en algún anexo de los Manuales de Conducción Política que se impriman de aquí en adelante.
Saliendo del Teatro me crucé con Alejandro Granados, cambiamos unas palabras y seguí caminando, viendo caras conocidas y entusiasmadas.

Una vez afuera, en la vereda del ACA, yendo a comer adonde me habían invitado (la hospitalidad platense, siempre a la orden del día), gambeteamos el frío con los cantitos que traíamos desde adentro del Argentino. Otra vez el entusiasmo en las caras de los que quedaban rezagados y todavía no se iban. Con el correr de las cuadras nos calmamos un poco, morfamos, y esperamos a que se hiciera cualquier hora para emprender la vuelta a nuestro conurbano.
La noche seguía muy fría, pero a los peronistas, el chori nos llena la panza, y el vino el corazón.

(Dedicado a toda la runfla: Manolo, Andrés, Omar, el Inye, Cecilia, Ezequiel, Ana, Contra, Anyu, Siri, Marcelo, MOO, Juan, Ove... perdón si me olvidé de alguno/a)