Una de Manolo

Hace unos años, cuando todavía le dirigía la palabra a los troskos (El Criador dixit), un pibe que jugaba al fútbol conmigo y militaba en el MST de Lanús, me contó una anécdota muy graciosa sobre el viejo Manolo.

Era la campaña para las legislativas del 2001 (sí, las previas al estallido, las del voto bronca, etc.) y él junto a sus compañeros, habían salido a pegar unos afiches por la zona de Lanús Oeste y Monte Chingolo.

Hacía bastante frío y ya pasada la media noche, pararon en una esquina que portaba una pared bastante propicia para el empapelado que ellos traían encima, más, teniendo en cuenta que la ochava estaba repleta de afiches con la cara de Quindimil.
Cuando bajaron de la camioneta y empezaron a hacer su laburo, los jóvenes trotskistas oyeron que desde un auto (un Renault Twingo, para más datos) les hacían luces mientras un hombre mayor, ubicado del lado de acompañante, se asomaba por la ventanilla al grito de:
-¡Eh nene! ¿qué tapás?
Insisto, eran más de las doce de la noche y era invierno.
Cuando los pibes se dieron vuelta como para putear al anciano, comprobaron que se trataba nada menos que del mismísimo Manolo que, enfurecido al ver como tapaban su rostro con un afiche de no se quién, les ordenaba que se las tomaran ya mismo de ahí, que cuando volviera no los quería ni ver.
Acto seguido, el viejo y su chofer se fueron y los pibes del MST se quedaron riendo a carcajadas sin poder creer lo que habían vivido.