En los últimos diez días, sucedieron tres episodios de violencia en la Provincia de Buenos Aires relacionados con el fútbol: El rotura a piedrazos de un micro con jugadores de Villa Dálmine; el enfrentamiento de hinchas de Deportivo Merlo entre sí y con la Policía, y la gresca que protagonizaron hinchas de Barracas Bolívar con dirigentes y jugadores de Lamadrid. Eso sin contar los hechos ocurridos la semana pasada en Platense.
Es evidente que algo está fallando, y que los organismos encargados de prevenir este tipo de sucesos están haciendo las cosas mal, desde hace mucho tiempo.
El Comité Provincial de Seguridad Deportiva es un ente estatal creado en marzo de 2002 por el decreto 420. La norma que le da sustento legal a su existencia arranca diciendo:
"VISTO: Las actitudes y comportamientos antisociales que afloran en la celebración de eventos deportivos, generando tensiones y conflictos en protagonistas y espectadores".
y en el apartado "Responsabilidades":
-"Promover e impulsar acciones de prevención".
- "Realizar informes y estudios sobre las causas y los efectos de la violencia en el deporte".
Como sea, se trató de una medida tomada de apuro, en medio de las urgencias cotidianas, como cada vez que el Estado provincial quiso ponerle parches a las situaciones de violencia que se viven en las tribunas o en sus inmediaciones.
El COPROSEDE nació para reemplazar al Co.Bo.Se.De (Comité Bonaerense de Seguridad Deportiva) creado para el mismo fin pero en 1998, bajo el ala del Instituto del Deporte Bonaerense, dependiente del Ministerio de Gobierno. El primer titular del COBOSEDE fue Mario Gallina, que ocupaba la misma función pero sin organismo desde 1995. Lo reemplazaron en 1999, pero no por mucho tiempo.
La diferencia entre el COBOSEDE y el COPROSEDE, fue la jerarquización de este último, que desde su creación pasó a formar parte del Ministerio de Justicia y Seguridad de la Provincia primero, y del nuevo Ministerio de Seguridad después.
Ya en 2002, con la creación del COPROSEDE, se comete un error imperdonable que sellaría el destino nefasto del organismo: se designa como director nada menos que al mismo funcionario que había fracasado en el COBOSEDE, el señor Mario Gallina, quien decididamente merece un párrafo aparte.
Sin que se le moviera un pelo, Mario Gallina se jactaba de ser la persona mejor capacitada para ejercer esa función, presumiendo de sus dos ocupaciones anteriores: Gallina era ex polícía y ex árbritro de fútbol (¡bravo señor! ¿y a la escuela cuando fue?).
Sin rendirle cuentas prácticamente a nadie, Gallina empeoró la seguridad en los estadios de fútbol durante sus cinco años de gestión. Se entiende que al principio no haya sido cuestionado: el país se incendiaba y nadie iba a andar reparando en qué hacía un funcionario de segunda o tercera línea, pero con el paso del tiempo, es inaudito que ningún alto funcionario le haya pedido explicaciones sobre lo que ocurría en las canchas. Durante la gestión Gallina hasta se produjo un hecho que jamás había ocurrido: en octubre de 2005, durante una represión, la policía asesinó a Daniel Suarez, hincha de Estudiantes de Caseros. Insisto: fueron más de 5 años.
Nobleza obliga, fue el entonces Ministro del Interior, Aníbal Fernández, la única voz que se alzó para recriminarle a Gallina su ensañamiento con los más humildes, con aquellos hinchas de los equipos que no tienen dinero para pagarle a la Policía grandes operativos, ni tampoco le interesan demasiado a la televisión: los clubes del ascenso.
Gallina, el COPROSEDE, y los funcionarios de turno son los principales responsables de que haya recrudecido la violencia en las canchas, y para cuando pudieron perjudicar a los únicos damnificados (los hinchas), no dudaron en hacerlo: a mediados de 2007, Gallina presionó junto a los grandes medios de comunicación para que la AFA le impidiera el acceso a los hinchas visitantes en los partidos del Ascenso. Lo increíble del caso es que esta decisión se tomó -nuevamente de manera espasmódica- a raíz de la muerte de Marcelo Cejas, hincha de Tigre que había ido aver un partido por el desdenso en Primera División frente a Nueva Chicago. O sea, paga el ascenso por los equipos de Primera
Afortunadamente, ni bien asumió, el Ministro Stornelli echó a Mario Gallina, que como no podía ser de otra manera se fue del cargo mintiendo, y haciendo declaraciones rimbombantes a la prensa.
Sin embargo, Stornelli persiste en el error de pensar que la Policía es la que más sabe de seguridad en eventos deportivos, y designó al frente del organismo al Comisario Inspector Rubén Pérez, un hombre que a diferencia de Gallina habla menos, pero que insiste en estigmatizar como violentos a cualquier grupo de jovenes pobres que quieran ingresar a un estadio. Al igual que su antecesor, Pérez parece más preocupado por pelearse con Julio Grondona y los demás dirigentes del fútbol, que por solucionar los problemas que su cargo le demandan.
Así las cosas, el COPROSEDE es la expresión más fiel del Estado bobo. El Estado que reprime pero no educa, el Estado que ataca las consecuencias y nunca preveé las causas, desentiéndose de sus principales obligaciones, para luego exclamar azorado: ¡pero miren a estos forajidos!
Yo no creo, como dice el pelotudo de Albaceres, que las hinchadas de fútbol sean "de derecha". Esas pavadas huecas las pueden llegar a creer los chicos que van a la facultad y lo leen al infeliz este.
Las hinchadas de fútbol, y en especial las de los clubes del ascenso del conurbano bonaerense, son quizás uno de los últimos refugios que le quedan a toda una generación de pibes que están quebrados, hechos mierda material y emocionalmente, y que tienen con su equipo de fútbol un lazo de conciencia, una identidad, la razón de su existir. Estos pibes del conurbano no manejan entradas de protocolo ni reciben sumas de dinero para administrar: solamente van a la cancha para ver a su equipo ganar, y gritarle al rival que ellos son mejores. "El Aguante". Algunos, se pasaron de rosca y se volvieron adictos a la violencia. Pero yo no creo que los adictos sean delincuentes. El adicto es un enfermo, y el Estado debe tratarlo como tal. Si a todos esos pibes se les brindaran las herramientas para hacerles entender que el que lleva puesta otra camiseta no es el enemigo, que puede ser su primo, su cuñado, su hermano, los pibes no reaccionarían así, y la cosa no iría más allá de la gastada o alguna que otra escaramuza.
¿Propuestas? Sí, como no:
Sería bueno que los funcionarios entiendan de una vez por todas, que hincha de fútbol no es sinónimo de delincuente, y que pusieran al frente de estos organismos a personas capacitadas para poder conversar con los simpatizantes y llegar a algún tipo de entendimiento. ¿No sería interesante saber que al hincha de fútbol le gustaría encontrar un baño cuando va a un Estadio? Y respecto de la violencia, tratar de no generar más de la que ya existe en nuestra sociedad. Estaría bueno que dejen de utilizar al fútbol de Ascenso como laboratorio de las ideas que no se animan a aplicar en Primera División.
Muchachos, no nos hagamos los giles: este problema, al menos en el ascenso, se resuelve muy fácil: nos conocemos todos. ¿Por qué, salvo excepciones, en los grandes actos políticos nadie se agarra a trompadas? Porque eso es una responsabilidad de los referentes. Pero ojo, que el referente no está solo: El referente tiene todo el apoyo del dirigente para contener y, llegado el caso, disciplinar a los más revoltosos, los que se puedan pasar de rosca con la emoción y generar algún problema. No es tan complicado. Y si los pibes arman quilombo, el referente es degradado y se pone a otro en su lugar. La analogía con las agrupaciones políticas me parece que sirve.
Todas las hinchadas de fútbol son organizaciones verticales. El problema es cuando la capacidad de mando está diezmada o no tiene legitimidad en las bases. No es tan complicado como parece.
Es evidente que algo está fallando, y que los organismos encargados de prevenir este tipo de sucesos están haciendo las cosas mal, desde hace mucho tiempo.
El Comité Provincial de Seguridad Deportiva es un ente estatal creado en marzo de 2002 por el decreto 420. La norma que le da sustento legal a su existencia arranca diciendo:
"VISTO: Las actitudes y comportamientos antisociales que afloran en la celebración de eventos deportivos, generando tensiones y conflictos en protagonistas y espectadores".
y en el apartado "Responsabilidades":
-"Promover e impulsar acciones de prevención".
- "Realizar informes y estudios sobre las causas y los efectos de la violencia en el deporte".
Como sea, se trató de una medida tomada de apuro, en medio de las urgencias cotidianas, como cada vez que el Estado provincial quiso ponerle parches a las situaciones de violencia que se viven en las tribunas o en sus inmediaciones.
El COPROSEDE nació para reemplazar al Co.Bo.Se.De (Comité Bonaerense de Seguridad Deportiva) creado para el mismo fin pero en 1998, bajo el ala del Instituto del Deporte Bonaerense, dependiente del Ministerio de Gobierno. El primer titular del COBOSEDE fue Mario Gallina, que ocupaba la misma función pero sin organismo desde 1995. Lo reemplazaron en 1999, pero no por mucho tiempo.
La diferencia entre el COBOSEDE y el COPROSEDE, fue la jerarquización de este último, que desde su creación pasó a formar parte del Ministerio de Justicia y Seguridad de la Provincia primero, y del nuevo Ministerio de Seguridad después.
Ya en 2002, con la creación del COPROSEDE, se comete un error imperdonable que sellaría el destino nefasto del organismo: se designa como director nada menos que al mismo funcionario que había fracasado en el COBOSEDE, el señor Mario Gallina, quien decididamente merece un párrafo aparte.
Sin que se le moviera un pelo, Mario Gallina se jactaba de ser la persona mejor capacitada para ejercer esa función, presumiendo de sus dos ocupaciones anteriores: Gallina era ex polícía y ex árbritro de fútbol (¡bravo señor! ¿y a la escuela cuando fue?).
Sin rendirle cuentas prácticamente a nadie, Gallina empeoró la seguridad en los estadios de fútbol durante sus cinco años de gestión. Se entiende que al principio no haya sido cuestionado: el país se incendiaba y nadie iba a andar reparando en qué hacía un funcionario de segunda o tercera línea, pero con el paso del tiempo, es inaudito que ningún alto funcionario le haya pedido explicaciones sobre lo que ocurría en las canchas. Durante la gestión Gallina hasta se produjo un hecho que jamás había ocurrido: en octubre de 2005, durante una represión, la policía asesinó a Daniel Suarez, hincha de Estudiantes de Caseros. Insisto: fueron más de 5 años.
Nobleza obliga, fue el entonces Ministro del Interior, Aníbal Fernández, la única voz que se alzó para recriminarle a Gallina su ensañamiento con los más humildes, con aquellos hinchas de los equipos que no tienen dinero para pagarle a la Policía grandes operativos, ni tampoco le interesan demasiado a la televisión: los clubes del ascenso.
Gallina, el COPROSEDE, y los funcionarios de turno son los principales responsables de que haya recrudecido la violencia en las canchas, y para cuando pudieron perjudicar a los únicos damnificados (los hinchas), no dudaron en hacerlo: a mediados de 2007, Gallina presionó junto a los grandes medios de comunicación para que la AFA le impidiera el acceso a los hinchas visitantes en los partidos del Ascenso. Lo increíble del caso es que esta decisión se tomó -nuevamente de manera espasmódica- a raíz de la muerte de Marcelo Cejas, hincha de Tigre que había ido aver un partido por el desdenso en Primera División frente a Nueva Chicago. O sea, paga el ascenso por los equipos de Primera
Afortunadamente, ni bien asumió, el Ministro Stornelli echó a Mario Gallina, que como no podía ser de otra manera se fue del cargo mintiendo, y haciendo declaraciones rimbombantes a la prensa.
Sin embargo, Stornelli persiste en el error de pensar que la Policía es la que más sabe de seguridad en eventos deportivos, y designó al frente del organismo al Comisario Inspector Rubén Pérez, un hombre que a diferencia de Gallina habla menos, pero que insiste en estigmatizar como violentos a cualquier grupo de jovenes pobres que quieran ingresar a un estadio. Al igual que su antecesor, Pérez parece más preocupado por pelearse con Julio Grondona y los demás dirigentes del fútbol, que por solucionar los problemas que su cargo le demandan.
Así las cosas, el COPROSEDE es la expresión más fiel del Estado bobo. El Estado que reprime pero no educa, el Estado que ataca las consecuencias y nunca preveé las causas, desentiéndose de sus principales obligaciones, para luego exclamar azorado: ¡pero miren a estos forajidos!
Yo no creo, como dice el pelotudo de Albaceres, que las hinchadas de fútbol sean "de derecha". Esas pavadas huecas las pueden llegar a creer los chicos que van a la facultad y lo leen al infeliz este.
Las hinchadas de fútbol, y en especial las de los clubes del ascenso del conurbano bonaerense, son quizás uno de los últimos refugios que le quedan a toda una generación de pibes que están quebrados, hechos mierda material y emocionalmente, y que tienen con su equipo de fútbol un lazo de conciencia, una identidad, la razón de su existir. Estos pibes del conurbano no manejan entradas de protocolo ni reciben sumas de dinero para administrar: solamente van a la cancha para ver a su equipo ganar, y gritarle al rival que ellos son mejores. "El Aguante". Algunos, se pasaron de rosca y se volvieron adictos a la violencia. Pero yo no creo que los adictos sean delincuentes. El adicto es un enfermo, y el Estado debe tratarlo como tal. Si a todos esos pibes se les brindaran las herramientas para hacerles entender que el que lleva puesta otra camiseta no es el enemigo, que puede ser su primo, su cuñado, su hermano, los pibes no reaccionarían así, y la cosa no iría más allá de la gastada o alguna que otra escaramuza.
¿Propuestas? Sí, como no:
Sería bueno que los funcionarios entiendan de una vez por todas, que hincha de fútbol no es sinónimo de delincuente, y que pusieran al frente de estos organismos a personas capacitadas para poder conversar con los simpatizantes y llegar a algún tipo de entendimiento. ¿No sería interesante saber que al hincha de fútbol le gustaría encontrar un baño cuando va a un Estadio? Y respecto de la violencia, tratar de no generar más de la que ya existe en nuestra sociedad. Estaría bueno que dejen de utilizar al fútbol de Ascenso como laboratorio de las ideas que no se animan a aplicar en Primera División.
Muchachos, no nos hagamos los giles: este problema, al menos en el ascenso, se resuelve muy fácil: nos conocemos todos. ¿Por qué, salvo excepciones, en los grandes actos políticos nadie se agarra a trompadas? Porque eso es una responsabilidad de los referentes. Pero ojo, que el referente no está solo: El referente tiene todo el apoyo del dirigente para contener y, llegado el caso, disciplinar a los más revoltosos, los que se puedan pasar de rosca con la emoción y generar algún problema. No es tan complicado. Y si los pibes arman quilombo, el referente es degradado y se pone a otro en su lugar. La analogía con las agrupaciones políticas me parece que sirve.
Todas las hinchadas de fútbol son organizaciones verticales. El problema es cuando la capacidad de mando está diezmada o no tiene legitimidad en las bases. No es tan complicado como parece.
Comentarios
Me pareció un muy buen análisis de ese organismo lamentable que tiene sede en La Plata... y que tanto hace por exterminar el ascenso.
Saludos
Seria tan facil explicarles y edicar a las hicnhadas de ascenso y que facil q lo entenderian, cualquiera que haya estado en el nucleo de una hinchada lo sabe.
ajá, usted lo ha dicho Mauri.
Sik sik
Si pasan estas cosas en el GBA, no me quiero imaginar los desaguisados que hacen al interior de la Provincia.
saludos por allá!