Por Leandro Palazzo
La gran mayoría de la sociedad argentina logró comprobar, luego de casi un mandato entero, que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner posee magnificas cualidades de oratoria y es dueña de un discurso descontracturado, con amplio alcance a los distintos y heterogéneos sectores que conforman el país.
Lejos de las protocolares frases bien redactadas en miles de hojas por algún funcionario con mayor capacidad para el popularmente conocido como chamuyo político, Cristina maneja a la perfección sus formas de comunicarse ante los 40 millones de habitantes que, entre críticas y elogios, de un tiempo a esta parte volvieron a escuchar con interés lo que se anuncia por cadena nacional.
Atrás quedaron los aburridos monólogos que explayaban viejos mandatarios argentinos, en otras épocas que ya comienzan a borrarse de la retina de quienes piensan las cosas de otra forma. Y claramente esto denota un carisma especial, sin llegar al ridículo de decir pavadas del tamaño de la estratosfera, para comunicar políticas que procuran continuar con el proyecto nacional que hoy muestra firmes cimientos en algunos puntos claves de apoyo para el futuro crecimiento.
Lo más acertado de Cristina cuando se muestra en público y explicita su personalidad, muchas veces injustamente castigada sin sólidos argumentos, es la inclusión en su vocabulario de una pequeña palabra de cuatro letras que era inutilizada desde tiempos remotos en el país por los dirigentes políticos: el AMOR. “Les pido que el odio que algunos quisieron derramar sobre nosotros lo respondamos con amor; no hay mejores victorias que las que se logran desde el amor, la buena onda: esas son las que valen y perduran en la memoria de los pueblos”, afirmó la Presidenta durante el último acto en el estadio de Huracán. Y agregó: “Hoy estamos construyendo con un profundo amor por las cosas logradas”.
Cristina basa sus discursos en la importancia que tiene para todos las sociedades este positivo sentimiento. Desde ese lugar combina política con afecto y respeto. Así se abraza con las Madres y también recuerda a su “compañero de toda la vida”, pregonando la alegría, incluso sin reprise lágrimas. Y lo hace de forma permanente, con la convicción de intentar penetrar en los corazones de quienes durante muchos años vivimos bajo la mentira de que nada tenía solución, de que todo cada vez estaba peor, del odio a la política y a los nefastos representantes.
En cada visita a los municipios, y principalmente luego de la muerte de Néstor Kirchner, la Presidenta remarca que no es posible concebir un país mejor sin el amor y sin la alegría de su gente.
El reciente retorno de las noches de carnaval, con feriado incluido, permitió observar barrios felices por el festejo. Murgas que, si bien existen desde hace años, por primera vez pudieron expresarse de forma libre en alguna esquina. En Bernal, por ejemplo, la villa Monte-Matadero se vistió de fiesta, en paz, para recibir a un grupo de pibes y pibas que con sus guitarras y bombos alzaron su voz para cantar, sin olvidarse de hacer política en cada una de sus coplas, aunque sus palabras no estaban cien por ciento alineadas con el gobierno. Pero el carnaval es alegría, es libertad y también protesta, por eso mismo durante décadas el odio lo prohibió y hoy el amor en tiempo de cólera los volvió a permitir.
Ese pequeño gran detalle de incluir al amor en sus discursos y en sus hechos concretos, hace que las palabras de Cristina calen de otra manera. Por otra parte, amplía notablemente su distancia con la oposición, que no cuenta con el talento para imponerse aunque sea desde los discursos frente a las cámaras, que para ellos siempre están encendidas. No solo no encuentran la forma de comunicarse, de proyectarse, sino que en más de un caso vuelven a caer en formulas que han llevado a millones de argentinos al fracaso, incluso a ellos mismos. Ideas, mejor dicho críticas carentes de propuestas, enlazadas con el rencor, la envidia, la bronca, el ODIO. Sentimientos que también calan en la sociedad. Nada más antagónico. Nada más absurdo.
Lejos de las protocolares frases bien redactadas en miles de hojas por algún funcionario con mayor capacidad para el popularmente conocido como chamuyo político, Cristina maneja a la perfección sus formas de comunicarse ante los 40 millones de habitantes que, entre críticas y elogios, de un tiempo a esta parte volvieron a escuchar con interés lo que se anuncia por cadena nacional.
Atrás quedaron los aburridos monólogos que explayaban viejos mandatarios argentinos, en otras épocas que ya comienzan a borrarse de la retina de quienes piensan las cosas de otra forma. Y claramente esto denota un carisma especial, sin llegar al ridículo de decir pavadas del tamaño de la estratosfera, para comunicar políticas que procuran continuar con el proyecto nacional que hoy muestra firmes cimientos en algunos puntos claves de apoyo para el futuro crecimiento.
Lo más acertado de Cristina cuando se muestra en público y explicita su personalidad, muchas veces injustamente castigada sin sólidos argumentos, es la inclusión en su vocabulario de una pequeña palabra de cuatro letras que era inutilizada desde tiempos remotos en el país por los dirigentes políticos: el AMOR. “Les pido que el odio que algunos quisieron derramar sobre nosotros lo respondamos con amor; no hay mejores victorias que las que se logran desde el amor, la buena onda: esas son las que valen y perduran en la memoria de los pueblos”, afirmó la Presidenta durante el último acto en el estadio de Huracán. Y agregó: “Hoy estamos construyendo con un profundo amor por las cosas logradas”.
Cristina basa sus discursos en la importancia que tiene para todos las sociedades este positivo sentimiento. Desde ese lugar combina política con afecto y respeto. Así se abraza con las Madres y también recuerda a su “compañero de toda la vida”, pregonando la alegría, incluso sin reprise lágrimas. Y lo hace de forma permanente, con la convicción de intentar penetrar en los corazones de quienes durante muchos años vivimos bajo la mentira de que nada tenía solución, de que todo cada vez estaba peor, del odio a la política y a los nefastos representantes.
En cada visita a los municipios, y principalmente luego de la muerte de Néstor Kirchner, la Presidenta remarca que no es posible concebir un país mejor sin el amor y sin la alegría de su gente.
El reciente retorno de las noches de carnaval, con feriado incluido, permitió observar barrios felices por el festejo. Murgas que, si bien existen desde hace años, por primera vez pudieron expresarse de forma libre en alguna esquina. En Bernal, por ejemplo, la villa Monte-Matadero se vistió de fiesta, en paz, para recibir a un grupo de pibes y pibas que con sus guitarras y bombos alzaron su voz para cantar, sin olvidarse de hacer política en cada una de sus coplas, aunque sus palabras no estaban cien por ciento alineadas con el gobierno. Pero el carnaval es alegría, es libertad y también protesta, por eso mismo durante décadas el odio lo prohibió y hoy el amor en tiempo de cólera los volvió a permitir.
Ese pequeño gran detalle de incluir al amor en sus discursos y en sus hechos concretos, hace que las palabras de Cristina calen de otra manera. Por otra parte, amplía notablemente su distancia con la oposición, que no cuenta con el talento para imponerse aunque sea desde los discursos frente a las cámaras, que para ellos siempre están encendidas. No solo no encuentran la forma de comunicarse, de proyectarse, sino que en más de un caso vuelven a caer en formulas que han llevado a millones de argentinos al fracaso, incluso a ellos mismos. Ideas, mejor dicho críticas carentes de propuestas, enlazadas con el rencor, la envidia, la bronca, el ODIO. Sentimientos que también calan en la sociedad. Nada más antagónico. Nada más absurdo.
Comentarios
Que la oposicion tiene mas camara que el oficialismo, depende de que medio hablas, no me parece asi.Preguntale a Scioli jajaj
Politicos abranzando gente y en particular niños y llorando, eso es mas viejo que la politica.algunos seran mas sinceros que otros, pero por desgracia, siempre parece falso.
Y no comentaste nada por el uso del Luto. a esta altura me resulta mas una estrategia de marketing que otra cosa, sin duda debe ser un dolor muy fuerte, no lo dudo, pero la prosecion pasa por dentro y no por usar ropa negra para jugarla de "pollito mojado"
saludos
Hernán de La Plata
Ahí está una de las grandes ventajas de este gobierno por sobre el resto.
Y eso es lo que no entienden los duhalde y los barrionuevo que se mueven en torno al odio; macri, que se mueve en torno a una supuesta racionalidad insípida que no existe, o los radicales, que son más aburridos que tocarle las pelotas a un muerto, como diría tangalanga.
El autor de la entrada pone luz sobre un hecho que hasta hace no mucho tiempo atrás no sucedía: hablar del amor, desde la más alta esfera política e institucional de nuestro país. Él, como le dice ella, sí solía mencionar estas cuestiones en sus discursos, pero ella no. Nosotros, la militancia, incluso llegamos a pedirle que afloje un poco, que baje parte de sus discursos a la tierra conurbana, que le hable a los vecinos de los barrios en un mismo lenguaje. Por eso, creo yo, el autor levanta este tema. Pero claro, a vos no te cierra, porque crees que ella hace un uso político del negro y de su viudez, como seguramente debes sostener que tanto él como ella implementaron políticas de Verdad, Memoria y Justicia con fines electorales.
Mejor, comentemos el post que pone en escena un elemento importante: la construcción de un relato político y su matices, y como esto está umbilicado necesariamente a la praxis. Es muy acertado, en ese sentido, el comentario de Lucho y la cita de Mouffé.
Cristina es hoy la líder de un movimiento que cambió la historia de este país, por eso mismo sabemos de la capacidad política que tiene y no somos ignorantes de la extensa carrera de militancia y esfuerzo que recorrió para hoy llegar a ser la Presidenta. Esto la convierte en una gran mentora de su discurs, obviamente. Nada está librado al azar, o solo muy poco. Pero ella encontró la forma de poner el corazón y comenzar a trabajar desde el amor. Entonces, cómo no va a desear y a expresar en cada palabra sus ganas de contagiar el mismo sentimiento al resto del pueblo?
Mejor hablar de amor.