En estos días habrán visto que en uno de los sidebar del blog colgué un banner que contiene una proclama que se está expandiendo por todo el conurbano (y algunos lugares de la Capital): Pista Pública Ya!
A instancias de skaters locales, ya se han inaugurado dos pistas públicas con apoyo de los Municipios, una en San Martín y otra en Merlo (sí, en Merlo), con lo cual no estamos hablando de algo que ocurra en otro planeta.
Antes de seguir leyendo, les ruego se quiten los prejuicios de encima, si es que alguien todavía los tienen para con las patinetas.
Es que, si bien cuando llegó a la Argentina, a principios de la década del 80, el skateboard era un deporte de nenes bien, una vez que se fue convirtiendo en algo masivo, comenzó a perder ese aura de guetto cheto, hasta llegar a lo que es hoy: un deporte que se practica con mucha más asiduidad en el Gran Buenos Aires y en los barrios periféricos de la Capital Federal. Como fue el fútbol hace cien años.
El resultado de esa explosión, es que ahora no existan demasiados lugares para que los pibes (y no tan pibes) puedan ir a patinar a la hora que se les antoje. Increible, no?
Pero más allá de las dificultades que tienen los skaters actuales para conseguir lugares cómodos donde ir a patear y hacer piruetas, yo soy uno de los que piensa que se trata de un deporte que puede cumplir un rol social entre los sectores más vulnerables: No hace falta ser un potentado para tener una patineta.
Con el fin de la convertibilidad y la proliferación de marcas nacionales, ya no hay que andar pagando las tablas y los accesorios a precio dólar. Cualquiera que conozca más o menos el paño, sabe que con 250 mangos te podés hacer de una buena patineta (claro que si vas a Cristóbal Colón, seguro te van a arrancar la cabeza).
Ergo, imagínense cuánto le puede costar al Estado impulsar este deporte, haciéndose cargo del material para que los pibes cuyas familias no le pueden regalar un skate, tengan el suyo.
Un par de botines de fútbol no baja de los 300 pesos, y aún teniendo los más caros, nadie te asegura que puedas jugar profesionalmente y vivir de eso.
En el skateboard eso no pasa, porque además, a contramano del fútbol, en lugar de "encarecerse", es cada vez más, un deporte popular.
Para que disfruten, acá les dejo un videito de Juan Marcos, con Jojo (o Luis Fabiano, como prefieran) y Alito, de Rebelión, yirando cerca de las vías del San Martín. Alta recomendación, y si por estos días, algún pibe de gorrita y patineta te pide que le firmes un petitorio, firmalo. No te cuesta nada.
A instancias de skaters locales, ya se han inaugurado dos pistas públicas con apoyo de los Municipios, una en San Martín y otra en Merlo (sí, en Merlo), con lo cual no estamos hablando de algo que ocurra en otro planeta.
Antes de seguir leyendo, les ruego se quiten los prejuicios de encima, si es que alguien todavía los tienen para con las patinetas.
Es que, si bien cuando llegó a la Argentina, a principios de la década del 80, el skateboard era un deporte de nenes bien, una vez que se fue convirtiendo en algo masivo, comenzó a perder ese aura de guetto cheto, hasta llegar a lo que es hoy: un deporte que se practica con mucha más asiduidad en el Gran Buenos Aires y en los barrios periféricos de la Capital Federal. Como fue el fútbol hace cien años.
El resultado de esa explosión, es que ahora no existan demasiados lugares para que los pibes (y no tan pibes) puedan ir a patinar a la hora que se les antoje. Increible, no?
Pero más allá de las dificultades que tienen los skaters actuales para conseguir lugares cómodos donde ir a patear y hacer piruetas, yo soy uno de los que piensa que se trata de un deporte que puede cumplir un rol social entre los sectores más vulnerables: No hace falta ser un potentado para tener una patineta.
Con el fin de la convertibilidad y la proliferación de marcas nacionales, ya no hay que andar pagando las tablas y los accesorios a precio dólar. Cualquiera que conozca más o menos el paño, sabe que con 250 mangos te podés hacer de una buena patineta (claro que si vas a Cristóbal Colón, seguro te van a arrancar la cabeza).
Ergo, imagínense cuánto le puede costar al Estado impulsar este deporte, haciéndose cargo del material para que los pibes cuyas familias no le pueden regalar un skate, tengan el suyo.
Un par de botines de fútbol no baja de los 300 pesos, y aún teniendo los más caros, nadie te asegura que puedas jugar profesionalmente y vivir de eso.
En el skateboard eso no pasa, porque además, a contramano del fútbol, en lugar de "encarecerse", es cada vez más, un deporte popular.
Para que disfruten, acá les dejo un videito de Juan Marcos, con Jojo (o Luis Fabiano, como prefieran) y Alito, de Rebelión, yirando cerca de las vías del San Martín. Alta recomendación, y si por estos días, algún pibe de gorrita y patineta te pide que le firmes un petitorio, firmalo. No te cuesta nada.
Comentarios
O EN SU DEFECTO LOS LIBROS Y QUE ESTUDIEN DE UNA VEZ....Y QUE PAPITO Y MAMITA DEJE DE DARLE LOS GUSTOS PENDEJOS ADINERADOS DEL ORTO!!!
Pero bue, si sirve para que no anden por la avenida en esa tabla de planchar con rueditas...
...
Me parece una movida muy buena, ojalá que se vaya dando, lo mio es el roller agresivo pero los entiendo perfectamente, ambos queremos lo mismo =p
Saludos, excelente blog Conu.
Gi.