A principios de marzo de 2001, cuando muchos niños de la Provincia de Buenos Aires estaban por comenzar el ciclo lectivo, los Consejos Escolares (en especial los del conurbano) comenzaron a recibir unas cantidades importantes de zapatillas para ser repartidos en las escuelas, a los niños más pobres.
Hasta aquí, nada raro: una medida de gobierno asistencialista como tantas otras, que a nadie se le ocurrió que podía generar un escándalo nacional.
El problema fue que a los muchachos de Acción Social se les escapó la tortuga (?) , y no midieron las consecuencias que produciría, por ejemplo, estampar la firma del Gobernador Carlos Ruckauf en la lengüeta de las zapatillas que estaban por vestir los piecitos de 800 mil pibes bonaerenses.
Como si esto fuese poco, cuando el escándalo ganó las páginas de los diarios nacionales, las explicaciones estuvieron a tono con el papelón que se había consumado: El primero en hablar fue el por entonces secretario de Medios y vocero de Ruckauf, Julio Machi, que muy suelto de cuerpo aseguró: "La firma está en la lengüeta y cuando se atan los cordones, no se ve" (Diario La Nación, 14 de marzo de 2001).
Seguido de esto, y como la cosa no paraba, tuvo que salir el mismo Ruckauf a dar explicaciones, las cuales no fueron menos insólitas que las de su vocero, con el agravante de repetirlas delante de cuanto micrófono y cámara de televisión se le pusiera delante (por suerte, todavía no había blogs). Palabras más, palabras menos, el Gobernador aseguraba que lo de la firma se hacía para "evitar la reventa de las zapatillas". De terror.
Como si eso no bastara, cuando en el Gobierno Provincial se acusaban unos a otros por el escándalo (recordemos que Ruckauf todavía tenía aspiraciones presidenciales), se supo que la medida había sido tomada sin consultar al entonces Ministro de Educación provincial, José Octavio Bordón, y que además, los Intendentes (la mayoría, opositores) se enteraron del tema una vez que las zapatillas ya estaban siendo repartidas.
Para que se den una idea del nivel de improvisación de las desiciones que tomaba Ruckauf, vale recordar que hasta el vicegobernador, Felipe Solá, salió a cuestionar la medida.
El problema fue que a los muchachos de Acción Social se les escapó la tortuga (?) , y no midieron las consecuencias que produciría, por ejemplo, estampar la firma del Gobernador Carlos Ruckauf en la lengüeta de las zapatillas que estaban por vestir los piecitos de 800 mil pibes bonaerenses.
Como si esto fuese poco, cuando el escándalo ganó las páginas de los diarios nacionales, las explicaciones estuvieron a tono con el papelón que se había consumado: El primero en hablar fue el por entonces secretario de Medios y vocero de Ruckauf, Julio Machi, que muy suelto de cuerpo aseguró: "La firma está en la lengüeta y cuando se atan los cordones, no se ve" (Diario La Nación, 14 de marzo de 2001).
Seguido de esto, y como la cosa no paraba, tuvo que salir el mismo Ruckauf a dar explicaciones, las cuales no fueron menos insólitas que las de su vocero, con el agravante de repetirlas delante de cuanto micrófono y cámara de televisión se le pusiera delante (por suerte, todavía no había blogs). Palabras más, palabras menos, el Gobernador aseguraba que lo de la firma se hacía para "evitar la reventa de las zapatillas". De terror.
Como si eso no bastara, cuando en el Gobierno Provincial se acusaban unos a otros por el escándalo (recordemos que Ruckauf todavía tenía aspiraciones presidenciales), se supo que la medida había sido tomada sin consultar al entonces Ministro de Educación provincial, José Octavio Bordón, y que además, los Intendentes (la mayoría, opositores) se enteraron del tema una vez que las zapatillas ya estaban siendo repartidas.
Para que se den una idea del nivel de improvisación de las desiciones que tomaba Ruckauf, vale recordar que hasta el vicegobernador, Felipe Solá, salió a cuestionar la medida.
Pasados algunos días, cuando la tormenta se había calmado y parecía que algunos ya habían aprendido la lección, aparecieron más productos con la firma del Gobernador, seguida -como en las zapatillas- de la leyenda "Buenos Aires Para Todos", y en letra más pequeña "Gobierno de la Provincia": esta vez se trataba de guardapolvos, paquetes de azúcar (!), y las camperas deportivas que utilizarían los chicos que iban a competir en los Torneos Juveniles Bonaerenses.
Haciendo gala de una inagotable creatividad para mandarse cagadas, a Ruckauf también se le ocurrió que era una buena idea que los guardapolvos estuviesen acompañados por una carta que llevaba la firma de la Presidenta del Consejo Provincial de la Familia y Desarrollo Humano, Marisa Zapatero de Ruckauf. La misiva decía, textual:
Queremos, como siempre, estar cerca de ustedes; esta pequeña colaboración es solamente un signo de nuestro vínculo que intenta ayudar en el crecimiento y desarrollo de sus hijos y que deseamos se vaya acrecentando cada día más.
Si bien el tema estuvo bastante presente en los medios desde su aparición en el mes de marzo hasta mediados de abril, luego fue perdiendo fuerza como cualquier otra noticia. Cada tanto aparecía alguna denuncia, de gente que aseguraba que en tal o cual lugar vendían las zapatillas por dos pesos, en algún lugar medio inhóspito del conurbano.
Pero como en el cuento de la buena pipa, la historia de las zapatillas parecía no tener fin. En junio de ese mismo año, un diario de la provincia de Córdoba denunciaba que en una zapatería de la localidad de Villa María, habían encontrado, en exhibición, las famosas zapatillas de la lengüeta con la firma de Rucucu. El súmmum de la bizarrez.
Para colmo, el escándalo tomó dimensiones inusitadas cuando se supo que el dueño del comercio era cuñado del Intendente Ascastellos (sí, está desde aquella época).
Pasado un tiempo prudencial, también en Villa María se olvidaron de las zapatillas de Ruckauf, y por suerte, en los meses que restaron hasta el final del su mandato como gobernador (N. del Conu: renunció con la provincia en llamas, el 31 de diciembre de ese año) solamente tuvimos que acostumbrarnos a escuchar a Ruckauf hablar de la guerra química (?), o de las Dictaduras asiáticas.
Pero como en el cuento de la buena pipa, la historia de las zapatillas parecía no tener fin. En junio de ese mismo año, un diario de la provincia de Córdoba denunciaba que en una zapatería de la localidad de Villa María, habían encontrado, en exhibición, las famosas zapatillas de la lengüeta con la firma de Rucucu. El súmmum de la bizarrez.
Para colmo, el escándalo tomó dimensiones inusitadas cuando se supo que el dueño del comercio era cuñado del Intendente Ascastellos (sí, está desde aquella época).
Pasado un tiempo prudencial, también en Villa María se olvidaron de las zapatillas de Ruckauf, y por suerte, en los meses que restaron hasta el final del su mandato como gobernador (N. del Conu: renunció con la provincia en llamas, el 31 de diciembre de ese año) solamente tuvimos que acostumbrarnos a escuchar a Ruckauf hablar de la guerra química (?), o de las Dictaduras asiáticas.
Comentarios
Zapatillas, zapatillas era lo que nos faltó!!!! Como dijo El gordo Ishii, "Duhalde nos daba una bolsita y teniamos que salir a recorrer los barrios", ehh cuantas elecciones ganó Duhalde en el Conurbano. Ven que los kirchneristas no entendieron nada :P
Como siempre excelente post, ensima me hiciste acordar de eso, y de un par de amigos míos (perucas como yo obvio) defendiendo la movida.
Que podés esperar de un tipo asi....
Dos: y del que vino después no se acuerda? Orestes se llamaba ¡Orestes! Verón.
Anónimo: usté lo compara con Lula?
G-Fer: Junto con Solá eran el ala progre del rucuquismo (?).