Muchos adolescentes del Conurbano todavía guardan esa cosa pueblerina de querer "ir al centro" para hacer lo que sea.
En mi caso, con mis amigos, todos jóvenes de familias de clase media venidas a menos, como nos habíamos aburrido del barrio, un buen día decidimos agarrar nuestras tablas para ir a patear "la Capital".
Una tarde, volviendo de Plaza Alemania, paramos en un quiosco de Figueroa Alcorta para tomar una gaseosa y comer unos alfajores. Juntamos las monedas y uno de los pibes le pidió al quiosquero la gaseosa y algunos "Capitán del Espacio". La respuesta del tipo, entre jocosa y denigrante, no se hizo esperar:
-Nene, ¿dónde te creés que estás?, ¿en Wilde?
Nuestra muestra de desagrado fue tan evidente, que nunca más volvimos por la zona, y decidimos guardarnos para siempre en nuestro lugar, nuestra plaza, nuestro guetto.
Al poco tiempo, cuando ya habíamos cambiado las tablas por instrumentos musicales para gritarle al menemismo nuestra bronca, un amigo que habíamos hecho en las noches largas de la Buenos Aires Hard Core, vino a casa.
Ni bien llegamos (porque lo tuve que ir a buscar a la parada del bondi), el joven en cuestión, unos años más grande que yo (veintilargos, digamos), al ver a mi vecino terminar de lavar el auto en la vereda, me preguntó:
-¿Le está pasando un líquido negro a las gomas?
-Sí. -contesté.
-O sea, ¿le está sacando brillo a las ruedas del auto?
-Sí... se llama revividor el líquido. - completé como si nada.
Mi nuevo amigo, pichón de lo que se conoce como "porteño", no podía creer que mi vecino, un joven conurbano, pusiera tanto empeño en el cuidado de su auto. Jamás había visto algo así.
Yo había crecido viendo a los pibes del barrio hacer eso con su primer auto: el 128 o el 147 que se habían comprado con su primer laburo y la ayuda de los viejos.
En el Conurbano, los pibes de clase media usan el auto para subir a los amigos y viajar por Andrés Baranda en Quilmes, por Pavón para el lado de Lomas, por la Avenida Illia en Villa Maipú, por avenida de Mayo en Ramos, o por Ruta 8. Todo el Conurbano ve pasar a esos autos tuneados -como le dicen ahora-, cuyos equipos de música cuestan, en relación al valor del coche, más caros que ellos.
A partir de ahí, los pibes se enamoran de sus máquinas y se vuelven "fierreros", un comportamiento "subnormal", a los ojos de chico de clase media de Capital, que dicho sea de paso, a esa edad solo piensa en cogerse minitas, o en el tener su bandita de rock.
Eso: un adolescente en el Conurbano dice voy a ver a "los pibes". Los de Capital dicen voy a ver a "los chicos".
Comentarios
Saludos.
eso d q t pidan q vayas a buscarlos a la parada/estación es sintomático.
no dier, día soleado. t espero haciendo el asado. traeme puchos
no conseguí el diario hoy :(
caminécaminécaminé...nada
felicitaciones V!
Al leer esto, me acabo de dar cuenta de que omitiste a uno de los barrios más conurbanos de la capital "Paternal" con la hiper fierrera avenida Warnes, Pappo y la bastante conurbana avenida San Martín, tal vez porque está cerca del centro geográfico de la capital.
Para mi se parece mucho más al conurbano que Lugano con sus tower blocks (digo tower blocks porque soy un tipo instruído, trabajé en un call center haciendo de maestro del amor para clientes yankees!)
Juzgar a la capital federal por algo que te pasó en Barrio Parque es medio injusto.
Por ahí viven Susana Gimenez, Grondona y muchísimos multimillonarios de Argentina. Es un Nordelta que te deja caminar por sus veredas.
Hace unos meses encontré por internet una discución de gente de Banfield acerca de si los de Banfield son porteños o no. Y algunos decían que los de Banfield son más porteños que alguien de Saavedra, Mataderos o Villa Devoto porque desde Banfield se tarda menos para llegar al centro que desde el oeste de la capital.
Parece que en el conurbano asocian a la porteñidad con el centro. ¿?
El Lurker
El Lurker
La cosa empezaba, más o menos así: después de un rápido almuerzo, los jóvenes se disponían en las veredas de sus casas al lavado de los autos, por esos años, sin hidrolavadoras, así que había que arreglárselas con la presión del agua corriente. Se pasaban horas entre esponjas, espuma y trapos rejillas; luego de ello, se continuaba con el lustrado de carrocería, alfombras y cubiertas, con pastas de dudosa composición química y de olores extraños.
Toda esta ceremonia, cual rito pagano de adoración al cuatro ruedas, era siempre acompañada por la presencia de uno o dos amigos que no tenían auto y que colaboraban en este menester o, circunstancialmente, alguno se acercaba a los efectos de cebar algún mate a los sacrificados y abnegados adoradores de los fierros.
En mi caso, mi familia no tenía auto, así que era uno más de esos que se acercaban a la casa del amigo en la que se sucedía el ritual. Recuerdo que sobre la calle Gobernador Costa al 300 eran varios los que lavaban sus autos, quizá el más fanático de todos era Alejandro “el Chivi” Cibeira, ese sí que le ponía ganas. El Falcón -creo que Futura- color beige de Jorge, quedaba impecable después del trabajo del Chivi; más tarde fue un viejo Peugeot 404 color blanco, con el que alguna vez nos aventuramos hacia la costa.
Alejandro era un experto en el embellecimiento automotor. Al finalizar la faena de limpieza, cerca de las seis de la tarde, la última de las tareas era la puesta a punto mecánica, ya que siempre se descubría alguna cosita nueva, además, no fuera que tanta belleza externa se viera menoscabada por un ronroneo agónico o un incontinencia motriz.
Para cuando consideraban finalizada la tarea, ya había pasado toda la tarde del sábado, pero aún quedaba algo más: ese sublime instante de admiración y adoración situándose a unos metros del mismo, permaneciendo inmóvil frente a él y sin sacarle la vista de encima, era el momento en que hombre y auto eran uno. Era uno, soñando su conquista nocturna frente al volante y el otro, listo para deslumbrar y colaborar en esa conquista.
En los nuevos tiempos, la costumbre de lavar los vehículos en los barrios en las puertas de las casas se fue perdiendo, entre otras cosas, por la inseguridad que representa hoy en día pasarse seis horas en la vereda con las puertas de la casa abiertas de par en par. ¡Que tristeza!
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=643590
Angel B.
yo igual ya soy viejo, así que no me hace falta decirlo de ninguna de las dos maneras
Menos mal soy porteño...
bah, taría bueno,
saludos!
Yo lo he probado un par de veces y no encuentro la verdad, porque tiene tanta fama.
El jorgito no tiene nada que envidiarle.
felicitaciones por la publicación!
por cierto, los capitan del espacio son los mejores alfajores que comí en toda mi vida
y como ahora vivo en capital no se consiguen en casi ningún lado
un garrón
No señores, esto no es así.
En mi pais de origen, La Republica de Mataderos, si preferimos el milka mousse es porque es lo correcto. Acá no nos achicamos con ninguna rata que nos la venga a boquear, sea porteña, conurbana o de la china. Tenemos bien asumido que nos gusta el milk mousse y sobre todo, no nos come la cabeza nadie.
Esto es como decía Jauretche sobre el medio pelo: la burguesía que no quiere aceptar su posición burguesa. Nosotros no somos así. Nosotros aceptamos que nos gusta el milka mousse y no solo eso, en toda ocasión que sea posible, le hacemos saber al resto de las personas de nuestra preferencia y el que chifla, la come.
Saludos desde un país vecino ;)
Después, los hijos del fundador (o sea, Jorgito... ahora no recuerdo su apellido), mudaron la planta a zona norte, San Fernando creo. Ergo: ambos alfajores son del GBA.
y respecto del milka mousse, bueno, ejem, que decir che.... dicen que en la vida hay que probar de todo, no? ;P
El tema es amplio, se nutre de muchas variables, y me parece apresurado diferenciar a unos y otros por dos o tres caracteristicas que, en definitiva, tienen más que ver con la edad que con los gustos.
(firma: un pibe que viviò 24 años en Avellaneda, un chico porteño durante 15 años que vivió en el famoso "dos ambientes", y ahora casi señor/maestro/capo en el conurbano de La Plata).
Y si... como dijeron, los pibes del conurbano tienen amigas.
Esstraño Claypole!
sipi... y tenian un osito pateando una pelota de fulbo.
Tenian una pasta rara adentro (para dulce de leche no alcanza con 10ctvs...).
Cada tanto busco, pero acá en el Oeste no hay... El patrimonio sureño, como decian por ahí tiene esas cositas.